martes, 4 de diciembre de 2007

van 100 años...?

La revolución, en duda.(Cien años de confusión. México en el siglo XX, libro del critico - historiador Macario Schettino)(Extracto)
Proceso - October 7, 2007 Gale Reference Team _______________________________________
Para el investigador Macario Schettino la Revolución Mexicana no es un hecho histórico, sino un concepto, origen y base del régimen político que gobernó el país durante más de 50 años. Esa tesis que desmitifica y desafía las versiones oficiales del principal acontecimiento histórico del siglo pasado, es desarrollada en su libro Cien años de confusión. México en el siglo XX, que la editorial Taurus puso en circulación. A continuación reproducimos, con autorización de la editorial y del autor, las partes sustanciales de la introducción y de la presentación del primer capítulo, "La revolución de Madero y sus causas".
La Revolución Mexicana, hemos dicho, es un hecho inexistente, una construcción simbólica realizada con el fin de dotar de legitimidad a los ganadores de una serie de conflictos armados. Por ello, el concepto cambia en tanto no hay un ganador definitivo. El proceso se inicia en 1911, con la llegada de Francisco I. Madero al poder, y termina en 1928, cuando Lázaro Cárdenas es el ganador definitivo de la Revolución.
En ese cuarto de siglo, la Revolución toma distintas direcciones y es por tanto diferente la forma en que el mito tiene que construirse. Los participantes de la segunda revolución (1913-1914), por ejemplo, desprecian a quienes combatieron en la primera (la de Madero) y se convertirán pronto en adversarios durante la tercera. Más aún, los ganadores de esta tercera etapa, comúnmente conocidos como los "sonorenses", perfilan una visión de la Revolución muy distante de la que Cárdenas logra imponer a fines de los treinta y que será la base del mito fundacional del régimen. Para los tiempos de la Segunda Guerra Mundial, el régimen ya ha alcanzado la madurez total y los conflictos por la sucesión presidencial dejan de significar un riesgo. Es cada vez más coherente la mitología revolucionaria. Para fortuna del régimen, el entorno económico internacional de la posguerra resulta muy favorable. Hacia 1960 es posible celebrar el medio siglo de la Revolución con un discurso muy sólido. La Revolución existe.
[ILUSTRACIÓN OMITIR]
Aunque casi desde el inicio del régimen hay críticas muy severas al rumbo que éste toma, se trata de esfuerzos muy aislados que no pueden enfrentar exitosamente a una academia construida, como casi todo en ese México, desde el poder. A fines de los sesenta, pero sobre todo en los años setenta, empiezan a aparecer visiones diferentes sobre la Revolución, pero con serias deficiencias históricas. El gran avance de la visión marxista en las universidades mexicanas produce un conjunto de obras saturadas de ideología, pero ayunas de investigación histórica. Finalmente, hay algunos intentos por evaluar la vigencia de la Revolución, pero con extremo cuidado.
En general, empieza a ser difícil para los investigadores mexicanos opinar en contra de la Revolución, habiendo sido educados desde niños para adorarla, lo que también provoca el error sobre el que nos alerta Alan Knight: "En particular, el historiador no debe cosificar 'la Revolución' (eso es, la Revolución articulada, organizada, fuente de discursos y constructora del régimen) y despreciar todos los diversos movimientos --rurales y urbanos-- que no entran en esta rúbrica" Ver abajo. Tal vez por ello, aunque empiezan a aparecer trabajos con mucha mayor calidad, todos ellos tienen una definición temática o geográfica que les evita llegar a conclusiones difíciles sobre el gran mito nacional.
La nueva ola de interpretación de la Revolución Mexicana ocurre prácticamente sin ayuda de mexicanos. Posiblemente por las dificultades mencionadas o porque el 75 aniversario del mito ocurre en medio de la peor crisis económica del país, las nuevas interpretaciones vienen todas de fuera. Desde la visión marxista, con los mismos errores que en los años setenta, Ramón Eduardo Ruiz y John M. Hart minimizan la Revolución e incluso el primero le niega calidad de tal. En el otro extremo del espectro, Francois Xavier Guerra la atribuye a un proceso inadecuado de renovación de élites.
En los años ochenta aparecen otras dos obras fundamentales. Por un lado, Hans Werner Tobler publica La Revolución Mexicana. Transformacion social y cambio político, 1876-1940 en alemán en 1984. Por el otro, Alan Knight escribe un volumen monumental que cubre principalmente la etapa de la lucha armada. Finalmente, hay que sumar a estos libros los trabajos más específicos de diversos investigadores extranjeros que empiezan a demoler el monolito revolucionario.
No se trata de ofrecer en este lugar una revisión de la inmensa bibliografía acerca de la Revolución, sino de hacer evidente el proceso que la historiografía ha sufrido. Pasamos de una etapa de construcción del mito, que alcanza su cenit en 1960, a una época de pobreza intelectual, apenas punteada por algunas grandes aportaciones, muy específicas, que duró hasta inicios de los ochenta. Después de ello, la historia de la Revolución Mexicana se empezó a escribir con seriedad, primero por extranjeros como los mencionados y, desde inicios de los noventa, por muchos jóvenes historiadores mexicanos que, sin embargo, han mantenido una preferencia por trabajos muy específicos, sin decidirse a dar una visión de conjunto del fenómeno que llamamos Revolución Mexicana. Pero esta visión de conjunto es muy necesaria para darle sentido a lo que ocurrió durante el siglo XX en México y para poder entender las grandes dificultades que ha sufrido el país para decidir su rumbo en el cambio de siglo.
La Revolución Mexicana, así, con mayúsculas, no existió nunca. No se trata de esa gesta heroica que han narrado los libros de texto durante décadas, una lucha del pueblo mexicano en contra de un malvado dictador que vendía el país a los extranjeros. No ocurrió la "bola" porque los obreros y los campesinos decidieran NO levantarse en armas ni porque una crisis económica monumental empujase a los mexicanos a la violencia. Lo que sucede es más sencillo: una crisis política originaria en la incapacidad de Porfirio Díaz para heredar el régimen personal que había construido. Su vejez y su misma opinión acerca de la pertinencia de la democracia en México permitieron el crecimiento de un movimiento político que primero siguió a Bernardo Reyes y luego a Francisco I. Madero, y al que Díaz se resistió.
Esa resistencia obligó a que Madero llamara a un levantamiento general que nunca ocurrió. Pero bastan unos pocos hombres en armas, que buscan más la satisfacción de sus conflictos personales que seguir un programa político, para poner en evidencia que el régimen de Porfirio está anquilosado y no tiene cómo responder. Esto impulsa a cientos de pequeños líderes a cobrarse afrentas, desde tierras perdidas hasta insultos personales. Cuando Madero asume la presidencia cosecha esos cientos de levantamientos y también el régimen anquilosado e incapaz. Lo único que logra la respuesta militar de Madero a esos levantamientos es incrementar la fuerza del Ejército en las decisiones políticas, sin reducir un ápice la presión.
La aventura termina con un golpe de Estado y la llegada de Victoriano Huerta al poder. Huerta cataliza la revuelta, puesto que no tiene ni siquiera la legitimidad de Madero. De febrero de 1913 a agosto de 1914 hay efectivamente una guerra generalizada entre el gobierno federal y los levantados, ahora agrupados en torno a Venustiano Carranza. Esta unidad, aunque fuese muy artificial en los casos de Francisco Villa y Emiliano Zapata, es suficiente para permitirle a los alzados destruir, por completo, al ejército federal. Pero una vez eliminado el enemigo obvio, la violencia se dirige hacia los aliados. Desde julio de 1914, la enemistad entre Villa y Carranza alcanza niveles inmanejables y a poco de la salida de Huerta se inician las hostilidades entre revolucionarios.
La guerra civil comienza en octubre de 1914 y no es fácil decir cuándo termina. La facción carrancista, con Álvaro Obregón como líder militar, derrota de manera definitiva a Villa el 10 de junio de 1915 en Aguascalientes. Pero no se recuperará una paz parecida a la porfiriana sino hasta fines de la década de los treinta. En el camino, Zapata será asesinado en 1919, Carranza en 1920, Villa en 1923 y Obregón en 1928. Y habrá varias revueltas importantes, aunque todas derrotadas. En 1923, Adolfo de la Huerta se levanta contra Obregón. En 1926, se inicia la Cristiada, que durará tres años. En 1927, la rebelión de Arnulfo R. Gómez y Francisco Serrano. En 1929, la escobarista, además de la campaña presidencial de José Vasconcelos. En 1930, justo después de tomar posesión de la Presidencia, Pascual Ortiz Rubio es víctima de un atentado. Y todavía en los treinta habrá problemas serios: Plutarco Elías Calles es expulsado del país en 1935 y en 1938 Saturnino Cedillo se levanta en armas en San Luis Potosí. Un par de años después vendrá el último levantamiento militar, ya muy débil, cuando Juan Andrew Almazán intenta impedir la llegada de Manuel Ávila Camacho a la Presidencia.
¿Qué es entonces la Revolución Mexicana? ¿El llamamiento de Madero, la revuelta contra Huerta, la guerra civil? ¿Quién la gana? ¿Carranza, que promulga una Constitución pero es muerto tres años después? ¿Los sonorenses, que desplazan a Carranza pero son barridos en 1935?
Alan Knight alerta contra la tentación de cosificar la Revolución y llama la atención acerca de los cientos de pequeños alzamientos en todo el país que de una u otra manera afectan el proceso. Es totalmente apropiada la recomendación de Knight, pero es igualmente relevante poner en claro que, así como no existe un único proceso, no existe tampoco una línea explicativa de la Revolución. Es absolutamente falso que esa etapa fuese resultado de la "voluntad del pueblo mexicano" o que respondiese a condiciones económicas críticas o a procesos sociales de reivindicación.
La Revolución no tiene sus causas en una situación económica insoportable. Sobre todo porque eso nunca ocurrió: la economía mexicana no estaba en una circunstancia ni siquiera muy difícil en 1910. No es cierto que las huelgas de Cananea y Río Blanco sean preliminares revolucionarios: ni los mineros de Cananea ni los textileros de la región de Orizaba intervienen nunca en la lucha armada. Y no es cierto que la Revolución partiera de una demanda extendida por recuperar tierras de los pueblos. Eso sólo ocurrió en Morelos, en esa Revolución de Emiliano Zapata que siempre se mantuvo al margen de la línea principal. No olvidemos que Zapata enfrentó sobre todo a Madero y a Carranza, no a Díaz.
La Revolución es resultado de una mala transición, producto de la incapacidad de Díaz para heredar el poder. Esa crisis política se convierte en una guerra civil, puesto que los mecanismos construidos por don Porfirio para administrar el poder se pierden a su salida. El restablecimiento general de la paz, hacia 1920, permite a los sonorenses ensayar una nueva versión del régimen personal (instaurado por Juárez y llevado a su máxima operación con Díaz). Pero los nuevos mecanismos no son eficientes y los sonorenses son derrotados por quien sí logra construir un régimen político apropiado: Lázaro Cárdenas.
La etapa sonorense puede entonces comprenderse como un período de transición entre el régimen personal y el corporativo. Los gobiernos de Obregón y Calles fueron fuertemente personales, pero aparece en ellos algo nuevo: la organización de las bases campesinas y obreras que permiten que Obregón derrote a Villa en el campo de batalla y a Carranza en la acción política. Y la complejidad entre Obregón y Calles. Finalmente, la mayor habilidad de Cárdenas para llevar esta relación le permite desplazar a Calles y construir el nuevo régimen.
De esta manera, lo que en realidad festejamos no es la etapa armada de la Revolución, aunque sea ella la que abona anécdotas, sino la fundación del régimen realizada por Lázaro Cárdenas. Dicho de otra manera, aunque siempre nos referimos a la Revolución como a esa etapa que va de 1910 a 1917, en realidad las ideas, instituciones y políticas revolucionarias resultan ser cardenistas.
La demostración de este argumento exige, sin embargo, muchas páginas.
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Title: La revolución, en duda.(Cien años de confusión. México en el siglo XX, libro del historiador Macario Schettino)(Extracto)
Author: Gale Reference Team
Publication: Proceso (Magazine/Journal)
Date: October 7, 2007
Publisher: Thomson Gale
Issue: 1614 Page: 60(3)
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